Los compromisos asumidos por los Estados en la COP21 para detener las alteraciones climáticas requieren una reducción significativa de la huella ecológica de los edificios existentes y futuros. La implementación de materiales a base de vegetales de crecimiento rápido cumple con este requisito. Esta es una verdadera oportunidad que se nos presenta para almacenar, de ahora en adelante, una gran cantidad de carbono y así luchar contra el calentamiento global.

En Europa, los materiales biológicos contribuyen, entre otras cosas, a la esencial renovación energética de la construcción existente. En los países del Sur con alto índice de crecimiento demográfico, el bambú, la tifá y otras fibras, a menudo asociadas con la tierra cruda, sirven para realizar construcciones cómodas a un costo accesible. Todos estos sectores representan un potencial importante para la creación de empleo y la actividad económica de los territorios.

El uso de fibras vegetales ayuda también a limitar la extracción de recursos naturales no renovables y las necesidades de energía a lo largo del ciclo de vida de un edificio. Fundamentales para la arquitectura del futuro, los materiales biobasados contribuyen a la transición ecológica y societal.